Afrontando una ruptura de pareja

Si estás viviendo un momento de tu vida en el que hace relativamente poco ha terminado tu relación de pareja, puede que tu mundo emocional esté “patas arriba”, por decirlo de alguna manera, totalmente convulsionado, también puede que tu mente esté atrapada en un bucle sin pausa… de recuerdos, imágenes y palabras que te llevan una y otra vez a revivir el momento de la ruptura o, a diferentes momentos de la relación y ahí es cuando entras en “…y si hubiera…”, “…debería haber hecho…”, “…no tendría que…”…

Y esto se convierte en un ruido mental que te arrastra hacia un remolino donde se van mezclando y alternando el enfado, la ira, la tristeza, la culpa…

La culpa es esa sensación de ‘haber fallado de alguna manera’ al otro, a la otra persona, y a ti… Y te aferras a la falsa ilusión de que podrías haber evitado esta ruptura negando así la realidad de lo que ha sucedido.

Todos estos sentimientos que estás viviendo forman parte del proceso del duelo, son una manifestación del dolor que sientes al enfrentarte a la realidad de tu separación.

Digamos que aceptar este enfado, o esta culpa, en su medida, no significa justificarlo, sino reconocer y validar unas emociones que existen y que forman parte de tu proceso de recuperación.

Sin embargo, si mantienes esta culpa, enfado, ira, tristeza por demasiado tiempo y sin poder expresarlo adecuadamente, puede convertirse en una carga demasiado pesada que no te dejará avanzar en la vida de forma ligera y fácil.

Si esto sucede, lo más probable es que te sumerjas en la autocrítica y el autoengaño, es decir, que acabes idealizando a tu ex y viendo cosas que no son en él o en ella y que por lo que respecta a ti, comiences a no valorarte como corresponde afectando seriamente a tu autoestima.

Y esto es una espiral, le vas dando fuerza y poder al otro/a sin darte cuenta y te lo vas quitando a ti de forma que acabas viendo al otro/a más poderoso/a y mucho mejor que tú y a ti cada vez más pequeño/a, más insignificante, cada vez ‘menos cosa’ y cada vez estás dispuesto/a a dar más, a darte -venderte- por menos acabando tu autoestima por los subterráneos.

¿Y en ese momento sabes qué ocurre?

Que cuánto más das, más lejos se va la otra persona, y más te frustras y más impotencia sientes, y más te enfadas, y más tristeza y más culpa. Y vuelta a empezar.

En una relación de dos cuando la decisión está tomada por una de las partes que es el 50% de la relación, por mucho que des, nunca será suficiente porque no se trata de eso.

¿Qué es lo que puedes hacer para empezar a sentirte bien?

Primero de todo, date permiso para sentir y expresar tus emociones sin intentar reprimirlas. Hazlo siempre en espacios seguros donde puedas compartir tus emociones sin miedo a ser juzgado/ay sintiéndote libre.

Si pasa un tiempo y ves que no avanzas, busca ayuda profesional. Un acompañamiento profesional de superación de duelo te dará el apoyo y la ayuda necesaria para conectar con tus emociones y así poder expresarlas de manera saludable liberándote de ellas y pudiendo caminar hacia delante en la vida.

Se trata de encontrar en ti la fuerza para seguir adelante.

Afrontar y aceptar una ruptura de pareja es un proceso doloroso a la vez que necesario para poder superar esta etapa de tu vida.

Contacta conmigo para acompañarte en este camino. Analizaremos qué te ha llevado hasta aquí, reflexionaremos sobre tus creencias, autoexigencias y lealtades, esas que llevas contigo desde hace mucho tiempo para que puedas ser capaz de encontrar esa fuerza que tienes y seguir con tu vida hacia adelante.

En definitiva, veremos qué hay detrás de cómo estás viviendo lo que te está ocurriendo desde la observación de ti mismo/a para poder aceptarte como humano/a con todo lo que ello implica.

Éste es quizás el gran desafío en un proceso de duelo: poner sobre la mesa la imagen que tienes de ti mismo/a y de cómo crees que eres y cómo ves el mundo desde tus creencias para al final quedarte con lo que realmente te sirve y seguir tu camino hacia tu mejor versión.

Mucha fuerza para estos momentos.

Te deseo siempre lo mejor,

Lina