¿Sola o acompañada? Creencias limitantes en la pareja

A veces piensas que estás o estarías mejor sola… y, otras veces sientes que estás o estarías mejor acompañada por una pareja… 

Y… ¿cuál es el estado ideal para estar bien y ser feliz?

O… mejor dicho, ¿cuál es tu estado ideal para estar bien y ser feliz?

Pues como todo en la vida, depende… y para esto podemos recordar la famosa canción “Depende” de Jarabe de Palo

Y es que no existe la situación perfecta para todas y todos en la vida. Esto no es un “café para todos”, hay una carta de posibilidades y todas son válidas. 

Lo que existe son momentos en la vida perfectos, y son esos “momentos”, etapas, ciclos que pueden durar desde 1 segundo hasta años. 

Y, te diré más porque incluso ese “momento” tampoco será perfecto, queremos que sea perfecto, que sea diferente pero en nuestro interior sabemos que, al final, es un tema de compensación, como en una balanza. 

La perfección sería que ambas partes de la balanza estuvieran equilibradas pero puede haber alguna que en diversos momentos se desestabilice; si te compensa lo que tienes positivo, seguirás estando bien, si la descompensación hace que lo negativo empiece a invadir a lo positivo, empezará la incomodidad que puede traerte a la confusión, impotencia, desequilibrio, enojo, tristeza y desesperación, entre otros ‘enemigos’ de tu estabilidad interna.

Para entender la situación a la que hemos llegado como especie, vamos a hacer un rápido viaje por la historia y ver qué cambios ha sufrido el concepto de pareja.

Tenemos señales reales de que la pareja como institución data del año 4000 a.C y se sitúa en Mesopotamia. 

Aquí ya había unos derechos y deberes por escrito de lo que significaba un acuerdo dentro de una pareja. 

Lo más probable es que todo empezara con la idea de tener un control y una estructura dentro de la sociedad que tenía como foco, los hijos y su educación.

Ésta era la forma de tener un orden dentro de la sociedad y crear grupos desde el matrimonio, la familia, etc… alimentando posteriormente el poder a través de los pactos de matrimonio previamente acordados que había para seguir conservando las propiedades dentro de las clases altas. 

Este modelo duró muchos años, podemos decir que toda la Edad Antigua.

A partir de ahí se pasó por una serie de modelos de pareja, desde la visión de la Iglesia, destacando que el matrimonio es un acto ante Dios y no ante el hombre hasta el Romanticismo en el siglo XIX y la revolución industrial en donde apareció la clase media y el amor pasó a ser el motivo principal del matrimonio. 

De esta forma, los acuerdos matrimoniales por interés, quedaron solo para la aristocracia y las Casas Reales y el resto de los mortales se casaba por amor.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, se abre la idea de la pareja pasando a ver con normalidad que las personas pudieran tener relaciones esporádicas sin necesidad de más acuerdo. 

Con el divorcio, se abrió otra puerta importante abriendo nuevas expectativas para la mujer y para la pareja en general.

Mucho ha llovido desde entonces y mucho han cambiado las cosas. Podemos decir que el matrimonio ha sufrido un gran cambio desde su inicio y que hoy día, las relaciones de pareja tienen un objetivo muy diferente pero, ¿por qué seguimos enganchadas a la idea de que estar en pareja es la finalidad para estar bien?

Yo siempre he pensado lo de “mejor sola que mal acompañada” pero tengo que reconocer que he sido víctima de este patrón mental de querer estar en pareja a toda costa y, a veces, me ha costado muy caro.

Y he hablado antes de “cambios en la especie” porque son muchos años y muchas generaciones que llevamos a nuestras espaldas con el resultado de carga en nuestra mochila de unos patrones muy marcados que se han transmitido genéticamente de generación en generación en una forma de vida muy estructurada, muy marcada y que hace que sea muy difícil salir de este patrón.

Se trata de un patrón que nos invade y que nos hace de “bueno y malo” dentro de nosotros teniendo un diálogo interno de lucha entre lo que está bien para nosotros, para los demás o para ambos y entre lo que realmente necesito y quiero en cada momento de mi vida.

¿Y qué produce esta dicotomía interna? DOLOR. 

Un dolor emocional que puede transformarse en físico y que hace que no nos encontremos bien.

Y, ¿cómo puedes saber si tienes o has tenido una relación con futuro?

Pues analizando la que tienes o recordando las que has tenido en tu vida y contestando a las siguientes 24 preguntas:

¿Tenéis planes de futuro? ¿E ilusión por hacerlos?

¿Había complicidad y confianza total 100%?

¿Había  respeto entre vosotros?

¿Te reías o te ríes con él o ella?

¿Sentías o sientes que eres una prioridad en su vida?

¿Te sentías o te sientes apoyada en tu vida por esta persona?

¿Era o es una prioridad el bienestar del otro u otra?

¿Compartís los mismos valores y objetivos en la vida?

¿Había o hay interés en las cosas del otro u otra y de estar bien?

Cuando las cosas no iban bien, ¿sabíais reconducir la situación o estallaba todo?

¿Con qué periodicidad entrabais en conflicto?

¿Con qué frecuencia discutíais o discutís?

¿Podías ser y expresarte como tú misma sin tabúes?

¿Qué grado de sinceridad teníais o tenéis?

¿Admirabas o admiras a tu pareja?

Si consultabas o consultas a tu interior, ¿cuál es tu sensación? ¿de que todo va bien o algo va mal?

¿Sentías que tu vida en pareja era una competición?

¿Te sentías o te sientes cerca o lejos de tu pareja?

¿Compartíais o compartes los momentos del día a día?

¿Os comunicabais fluidamente o había muchos períodos de silencio incómodo?

¿Teníais o tienes relaciones sexuales periódicamente?

¿Sentías o sientes que los éxitos de cada uno son los éxitos de los dos?

¿La idea de estar sola o soltera te asusta?

¿Crees que estarías o estás mejor sola? 

Entonces… ¿te dan pistas tus propias reflexiones para saber lo que quieres en tu vida?

La incertidumbre o poca claridad en algunos momentos de la vida es normal y sirven para reflexionar y darnos cuenta del objetivo que tenemos y los pasos a dar.

Y pensarás: ¿cómo puedo saber lo que quiero?

Te propongo el siguiente ejercicio que te ayudará a “ver la luz” en tus decisiones:

  1. Cierra los ojos y visualízate dentro de 4-5 años cómo quieres que sea tu vida en pareja con todo tipo de detalles: cómo es tu día a día, con quién te relaciones, cómo vistes, dónde vives…
  2. Ahora recuerda que era lo que más te gustaba pensar cuando eras una niña sobre la pareja, ¿qué querías ser? ¿Con qué imagen o pensamiento se te pasaba “el tiempo volando”?
  3. ¿Qué harías si no tuvieras miedo de tener una relación? ¿si supieras que va a salir bien seguro? ¿De qué te arrepentirías si ya fueras muy mayor y no hubieras hecho algo que deseabas en el tema de pareja?

¿Tienen algún punto en común estas 3 reflexiones en tu vida, verdad? 

Pues adelante, no esperes más, ya sabes cuál es tu propósito, ¡a por él!

“Lo importante de una bicicleta -o del pensamiento creativo- es moverse; el freno -o el pensamieto negativo- es sólo un mecanismo de seguridad”. Edward Bono

Y recuerda, la visualización es muy poderosa, cada día al acostarte, agradece por todo lo bueno que te ha pasado y visualiza con todo tipo de detalle cómo quieres tu futuro. 

La magia existe y la provocas tú.

Acabo recomendándote unos libros sobre este tema que me parecen muy interesantes:

“Ni felices ni para siempre”. Clay Newman

“El amor de tu vida compartida”. Enriqueta Olivari

“Historia del matrimonio. Cómo el amor conquistó el matrimonio”. Stephanie Coontz

¿Te apetece sumergirte más en tu interior y saber qué quieres realmente y con precisión para poder empezar un plan de acción hacia tu objetivo? Si es así, no dudes en ponerte en contacto conmigo, te acompañaré en esta tarea para que te sientas en tu lugar, con las ideas claras y tus propósitos en marcha.

Que estés siempre muy bien.

Con amor y serenidad,


Lina Tur

Si tienes algún comentario, sugerencia o duda, puedes enviarme un mensaje a info@linaturcoach.com y estaré encantada de responderte.

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